25 de enero de 2012

Reflexiones en el metro

Tras unos cuantos días sin escribir, hoy finalmente me he levantado con ganas y motivación suficiente como para crear algo con encanto. Pero no encontraba algo de lo que hablar que tuviera sentido así que he decidido seguir con la rutina. Como cada día me he dirigido al metro y como me he dejado el móvil en casa (oh, sí ese cacharro infernal que todos adoramos) pues he tenido tiempo de pensar y todo. La cuestión es que me he dado cuenta de algo realmente importante. Observar a la gente que coge el metro a la misma hora que yo puede llegar a ser algo curioso e inquietante. La mayoría de esas personas tan solo pretenden ir a trabajar o al instituto pero eso no les salva de mi análisis. Siempre me encuentro a la típica señora mayor con el carrito, el señor de mediana edad con el mono de trabajo, el típico empresario con traje, el grupo de chicos de mi edad y luego una serie de sujetos con extraño comportamiento que suelen llamar mi atención. Esta mañana ni más ni menos me he pasado todo el viaje estudiando a un hombre que tenia justo enfrente. Es más, he dedicado 20 minutos de mi vida intentando adivinar en que maldita lengua estaba hablando por teléfono móvil. Tampoco he conseguido saber por qué estaba chillando en medio del vagón. Vamos hombre! Con tu nivel de audio, no creo que haga falta que sigas comunicándote por teléfono.Y es algo que nunca entenderé. Y no lo puedo entender por el simple hecho de que cuando hablo por teléfono soy la primera que berrea como una condenada sin ni siquiera darme cuenta. Por eso no soy muy partidaria de hablar por teléfono, porque además todo el mundo se entera de lo que dices...y no es que yo hable sobre secretos de estado pero siempre se valora tener algo de privacidad, no? Ahá eso me ha recordado otro trayecto en metro muy interesante. No fue hace mucho. Todo ocurrió hace poco más de un mes (introducción digna de el comienzo de un libro, que dramático todo...jaja). Yo me dirigía como todos los días a mi querida universidad cuando decidí consultar las novedades en twitter durante el trayecto. Para mi sorpresa, la señora que tenia al lado parecía encontrar la pantalla de mi móvil lo más interesante que había visto en su vida, pues no levantaba la vista de ella. Y claro, era una situación tan violenta que yo no me sentía capaz ni de moverme un pelo. De hecho, se supone que no debía ser yo la que tenia que hacer algo porque ES BASTANTE OBVIO que (aunque solo fuera por educación) la señora tenía el deber de mirarse las uñas, los pies o el techo (si hiciera falta) antes que intentar divertirse a costa de mis conversaciones privadas. Así que, queridos invasores de la intimidad o invadidos injustamente (sí, se que estáis leyendo esto...) desde aquí os invito a luchar por la privacidad personal y levantaros hacia esa señora y decirle: MIRA TU MALDITO MÓVIL! 

3 amazing ones:

Pilar Coronel dijo...

jajaa, que linda entrada! amo tu lapiz labial en vez de la tipica flechita, es original.

te dejo saludos. Mucha suerte,y te espero pronto

http://takeanotherpill.blogspot.com

Carla Carter dijo...

jajajja te gusta? muchas gracias!

angiealgora dijo...

jajajaja! lo tendré en cuenta! yo hubiera twitteado algo acerca de la señora. Hubiera sido curioso ^^
Un besito, gracias por pasar por mi blog :)

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